Hasta mi boca marchó con la crisis. Estábamos en la obra al mediodía, en nuestra media hora de descanso y nos dejaron un volante: "Boca nueva por 1000 pesos".
Por aquella época yo no pedía consejos (creo que tampoco los aceptaba), intentaba ser un adulto y mis padres se encontraban lejos allá en las sierras. Mis manos estaban curtidas, olían a querosen y yo vestía un triste mameluco azul
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